LA TORRE DE BABEL

 

Aquí está la torre, justo enfrente...

A veces se puede confundir con otra cosa,

y otras veces, tan cerca la tenemos,

que sólo vemos una piedra sobre otra.

 

Normalmente el corazón dicta las normas,

y la razón, ajena a la emoción, va y las corrompe,

utilizando sus juegos y piruetas,

confundiendo los matices y las formas.

 

Un corazón amoroso, limpio y puro

que sólo intenta el bien y va tras él,

al expresarse con mecánicas palabras

que la razón utiliza por doquier,

no consigue su meta, ni se acerca...

Es una pena desperdiciar así tal bien.

 

Comunicarse con palabras, en directo

con otro corazón que late al tiempo,

es más fácil, mirándose a los ojos,

compartiendo, en ese instante, el mismo aliento.

 

Pero qué triste es compartir las emociones

escritas con palabras desgastadas...

forjadas con la razón y la mentira,

incompletas, absurdas, desmedradas.

 

Al fin y al cabo, tú me escribes "tu",

y, al leer, no sé muy bien si es tuyo o mío,

o si es que tú te refieres a mi yo.

Y así no comunicas bien conmigo.

 

En esta torre de Babel que construimos

tú, yo, nosotras, todas juntas,

personas que seguimos al amor,

nos convertimos en una marabunta.

 

Y en lugar de sumar, vamos restando.

Le restamos energía a ese amor.

Y la torre de Babel, que iba hacia arriba,

se acaba desplomando en gran clamor.

 

No sé la conclusión, no me preguntes.

No es cuestión de lo que pueda decir yo.

Tal vez si nos fijáramos en ello,

podríamos encontrar la solución.

 

Comunicarnos por igual para hacer, juntos,

un mundo donde vivir mucho mejor.

 

* * *

Fernando Cravioto

09/07/2017

 

 


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