MI ÁRBOL Y YO
Anclado en la tierra,
mirando hacia el cielo,
ve que las estrellas
en el firmamento,
haciéndole guiños
le hablan en silencio.
Mi árbol agita
sus ramas al viento.
Así les contesta
con su grave acento,
pintando el espacio
con su movimiento.
En las noches tibias
que oigo su lamento,
me abrazo a su tronco
y siento su aliento
corriendo en mi venas
hasta muy adentro.
Los dos somos uno,
y en un sólo cuerpo
se mezcla la savia,
entonces lo entiendo.
Su sabia presencia
me muestra el sendero:
Echar raíces,
crecer despacio,
vivir la vida,
llegar bien alto.
* * *
Fernando Cravioto
03/11/2018
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