AL PRÓLOGO

 

(Poema humorístico)

 

 Cualquier libro que se precie

de poderse así llamar,

lleva un prólogo al comienzo,

un texto preliminar,

que sirve de introducción

a lo que se ha de contar.

 

Más yo sostengo que éste

no suele ser amigable,

más bien suele ser ambiguo

y hasta un poquito irritante.

 

¿Que por qué le cuento esto?

Es posible que hasta ahora

usted no se diera cuenta

porque suele ser mezquino,

cicatero y sinvergüenza.

Y paso a explicar la cosa

que me ronda en la cabeza.

 

Te pone miel en los labios,

te incita a seguir la historia,

te seduce y te envenena

llegando a una moratoria,

en la que usted, sin saberlo,

ya no tiene escapatoria.

 

¡Señores, qué vil afrenta

que para saber qué pasa,

tenga que leerse el libro

hasta la última página!

 

¿No sería mejor saber

cómo acabará la cosa

al principio y no al final,

de tan incesante prosa?

 

 

 

Es por esto que detesto

que el prólogo, justamente,

hable sólo por encima;

Así, me siento impotente.

 

No hay derecho, no señor,

a que tenga que leerme

cuatrocientas veinte hojas

escritas por el autor,

pasándolas de una en una

con el índice mojado

y la lengua estropajosa,

dejándome así agotado.

 

¡Prólogo, yo te maldigo!

Te vanaglorias por nada.

Siempre al principio del libro

dándote gran importancia,

como si tú fueras alguien

por soltar cuatro palabras.

Que para escuchar tal cosa

ya tengo yo a mi cuñada.

 

El día que cambies de idea

y por fin cuentes qué sabes

sin dejarte nada afuera,

házmelo saber, por Dios,

que merecerá la pena.

Mientras tanto, no te leo...

¡Esa será tu condena!

 

* * *

Fernando Cravioto

 21/11/2017

 

 


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