LAS BRAGUITAS OLVIDADAS

(Continuación)

 

Necesitaba olvidarme, y con razón, 

de las braguitas olvidadas con tibieza,

pues desde que las viera allí colgadas,

no podía quitármelas de la cabeza.

 

Tres días pensando en ellas me pasé,

a penas sin poder coger el sueño, 

imaginándolas solitas y afligidas...

¡Dios, Cómo debían de estar sufriendo!

 

Su dueño las había abandonado,

y de ellas no quiso saber más. 

Pregunto... y que alguien me conteste:

¿Cómo es posible tamaña iniquidad?

 

Juro que intenté subir a la azotea 

a ver si seguían colgadas por allí, 

mas me dio miedo de hacerlo, lo confieso,

y me contuve, pues no quería sufrir... 

 

Pero esta noche no pude aguantar más.

y en un combate conmigo mismo, que perdí, 

subí a ver si aún seguían en el alambre, 

aprisionadas por una pinza carmesí.

 

Al verlas me dio un vuelco el corazón.

Sí, allí estaban colgadas todavía... 

con sólo el cielo raso como techo 

y las estrellas por toda compañía.

 

Entonces las miré con mucho afecto, 

como cuando se mira a una gatita. 

E hice lo peor que pude hacer, 

les puse nombre, ¡sí..! "Rosita".

 

Ya sé que es lo peor que pude hacer, 

ponerles nombre, como si fueran mías...

Pero es que no me pude contener,

al observarlas cómo me sonreían.

 

Pensé por un momento en descolgarlas

y en su lugar dejar escrito en un letrero: 

"Las tengo yo, si aún las quiere recobrar,

baje a pedirlas, que vivo en el tercero". 

 

Pero no pude, y con ternura dije esto:

"Rosita, tú no estarás solita más...

Si mañana nadie viene a rescatarte, 

en mi casa podrás tener siempre tu hogar".

 

* * *

Fernando Cravioto

17/10/2017

 


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