SEMILLA DE AMOR

 

Me miró de reojo en un instante,

y sin decirme nada, 

salió de mi habitación

cerrando la puerta tras de sí,

suavemente, como acariciándola.

 

Mil caballos galopaban en mi pecho,

queriéndose escapar de mis palabras,

que, dolientes, martilleaban mi cabeza,

justamente después de vomitarlas.

 

¿Qué me ha pasado?, Por Dios...

¿Qué me ha pasado?

¿Por qué he gritado a mi padre, horriblemente,

sin dejarle mediar una palabra?

 

No ha conseguido, el velo de los años,

ocultar el recuerdo del momento

en que mi padre, que tanto me quería,

con su amor, sanó mi sufrimiento.

 

Ahora le miro de reojo, como él hiciera,

sentado al sol de la tarde que se acaba.

Mil flores, en mi pecho, brotan lentas

adornando la paz de su mirada,

mientras germina su semilla en mi interior.

La semilla de amor que en mí plantara.

 

* * *

Fernando Cravioto

19/03/2018

 

 


Comentarios: 2
  • #2

    Almanaque (lunes, 19 marzo 2018 18:20)

    Es cierto, Fernando, que la realidad es subjetiva: bien lo saben los historiadores, sobre todo aquellos que se saltan contextos y distancias para apoyar sus ideas.
    Los sentimientos, en cambio, son reales, como bien dices. Sean fruto de un pensamiento, de una ráfaga que nos ilumina o de una sombra que nos acecha. La emoción vuela libre y se posa como y donde quiere: ahí reside su magia.
    Un abrazo.

  • #1

    Fernando Cravioto (lunes, 19 marzo 2018 11:54)

    Este escrito está basado en un sentimiento, pero no en un hecho real, como la inmensa mayoría de lo que escribo. Al fin y al cabo... ¿Qué es real y qué no? Los sentimientos son reales.